Teoria de la evolucion

Teoria de la evolucion

Definir la evolución

La teoría de la evolución engloba la opinión científica bien establecida de que la vida orgánica de nuestro planeta ha cambiado durante largos periodos de tiempo y sigue cambiando mediante un proceso conocido como selección natural.
A Charles Darwin, el naturalista del siglo XIX, se le atribuye el mérito de la teoría, no porque fuera la primera persona en sugerir que se produce la evolución, sino porque propuso (en su texto seminal de 1859, Sobre el origen de las especies) un mecanismo que explica el proceso de cambio.
La segunda palabra polémica es “evolución”, porque hay quien sostiene que no hay pruebas suficientes para apoyar la idea de que las especies cambian con el tiempo. Los defensores de este último punto de vista se apoyan en el doble uso de la palabra teoría para confundir las cuestiones.
Alguien podría proponer una teoría sobre por qué perdió un equipo de fútbol, lo que podría dar lugar a un animado debate con otros aficionados al fútbol precisamente porque las teorías en discusión se derivan de meras especulaciones y suposiciones no probadas.
Cuando los científicos utilizan la palabra teoría, se refieren a un conjunto de principios o leyes desarrollados a lo largo de muchos años mediante rigurosas pruebas de hipótesis. Dichas teorías están respaldadas por fórmulas matemáticas y líneas de evidencia que, en conjunto, explican una serie de observaciones.

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De las nueve veces que he hecho el viaje de 8.000 kilómetros a las Islas Galápagos, para seguir los pasos de Charles Darwin, la impresión más duradera que he obtenido es la de la fragilidad de la vida. En el momento en que una persona sale de cualquiera de los senderos turísticos creados por el Servicio del Parque Nacional de las Galápagos y se adentra en el indómito interior de una de estas islas, corre el riesgo de morir bajo el intenso sol ecuatorial. En la isla Santa Cruz, donde se encuentra la Estación Científica Charles Darwin, han desaparecido 17 personas desde 1990. La mayoría fueron encontradas vivas después de haberse perdido sin remedio en la densa maleza y el escarpado terreno volcánico. Pero algunas perecieron. Uno de ellos fue un joven turista israelí que se perdió en la Reserva de Tortugas de Santa Cruz en 1991. Una búsqueda masiva de dos meses no logró encontrarlo. De hecho, algunos de los buscadores se perdieron y tuvieron que ser rescatados. Al final, los pescadores descubrieron el cuerpo del joven. El joven, antiguo comandante de tanque israelí, se encontraba en una excelente condición física, pero sólo había logrado recorrer seis millas antes de sucumbir al calor abrasador y a la falta de agua fresca. Un cartel en la Reserva de Tortugas dice sin rodeos: “Deténgase. No vaya más allá de este punto. Podría morir”.

Filogenia…

Cuando Charles Darwin articuló su teoría de la evolución por selección natural en El origen de las especies en 1859, se centró en las adaptaciones, los cambios que permiten a los organismos sobrevivir en entornos nuevos o cambiantes. La selección de adaptaciones favorables, sugirió, permitió que antiguas formas ancestrales se diversificaran gradualmente en innumerables especies.
Ese concepto era tan poderoso que podríamos suponer que la evolución tiene que ver con la adaptación. Por eso puede sorprender que, durante medio siglo, la opinión predominante en los círculos académicos haya sido que no lo es.
La selección no está en duda, pero muchos científicos han argumentado que la mayoría de los cambios evolutivos aparecen a nivel del genoma y son esencialmente aleatorios y neutrales. Los cambios adaptativos provocados por la selección natural podrían esculpir una aleta en un pie primitivo, decían, pero esos cambios sólo hacen una pequeña contribución al proceso evolutivo, en el que la composición del ADN varía la mayoría de las veces sin consecuencias reales.
Pero ahora algunos científicos se oponen a esta idea, conocida como teoría neutra, afirmando que los genomas muestran muchas más pruebas de adaptación evolutiva de las que dictaría la teoría. Este debate es importante porque afecta a nuestra comprensión de los mecanismos que generan la biodiversidad, a nuestras inferencias sobre cómo ha cambiado el tamaño de las poblaciones naturales a lo largo del tiempo y a nuestra capacidad para reconstruir la historia evolutiva de las especies (incluida la nuestra). El futuro podría ser una nueva era que se inspire en lo mejor de la teoría neutra y reconozca al mismo tiempo la influencia real y empírica de la selección.

La selección natural

La teoría evolutiva moderna, basada en la obra de Darwin, constituye una profunda revolución mental para nuestra representación del mundo por al menos dos razones. Por un lado, algunos de sus conceptos, como el carácter aleatorio de las variaciones genéticas, aunque están sobradamente demostrados por la experimentación, son contraintuitivos y, por tanto, difíciles de asimilar mentalmente. Por otro lado, su materialismo ofende nuestras mentes formadas por siglos de pensamiento religioso y antropocentrismo hasta el punto de provocar un apasionado rechazo. Sobre todo porque, incluso entre los no creyentes, este pensamiento religioso suele encontrar su prolongación en una visión mitológica y muy idílica de la “madre naturaleza”, en las antípodas de cualquier realidad. Incluso entre los autores científicos o filósofos que se declaran evolucionistas, la fuerza de los calificativos que utilizan para describir el darwinismo expresa claramente el alcance de estas resistencias.
Los mecanismos básicos de la evolución biológica, descubiertos por Darwin (véase el enfoque sobre Darwin), han sido enriquecidos por más de un siglo de investigación para formar la moderna teoría de la evolución. Sin embargo, ésta sigue planteando serios problemas de comprensión, e incluso crea reticencias que pueden llegar a rechazar la propia idea de la evolución. Estas actitudes se dan incluso entre los científicos, incluidos los biólogos. Sin embargo, en la vida cotidiana se alude constantemente al proceso evolutivo, especialmente cuando se trata de la resistencia de las bacterias patógenas a los antibióticos, de los insectos a los insecticidas o de las plantas a los herbicidas. Pero hay que suponer que los mecanismos de este proceso siguen siendo oscuros para muchas personas, como confirman las encuestas sociológicas.

Manuela Toribio

Bienvenido a mi blog, soy Manuela Toribio y escribo sobre diversos temas de actualidad.

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